30 de octubre

Hoy estoy más tranquilo. Me he despertado con las primeras luces del alba con una vitalidad y un positivismo que me han dejado de piedra a mí mismo. Entonces me he preguntado brevemente si la fórmula de la felicidad no estaría en algún lugar entre el hemisferio derecho e izquierdo, y si lo que hay fuera de nuestra corteza cerebral no es más que un circo de sombras.
He desayunado como un rey porque tenía un hambre de caballo, y me he dado una vuelta por el parque y alrededores con la misma actitud que lleva a algunos trasnochados personajes de animación infantiles a cantar con las flores y los pájaros, y no morir en el intento de esperar una respuesta coherente de ellos sin ayuda de psicotrópicos.
Me he vuelto trotando como un potrillo a mi casa a escribir en mi diario. De hecho, ahora son cerca de las dos, y en breve comeré algo.
Creo que es el primer día que escribo tan temprano y de tan buena gana, esperemos que se repita.

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