23 de octubre
La memoria es como un estanque que va creciendo alimentada por un arroyo de agua cálida, que es el vivir. Un estanque con patos, si se quiere. El agua más reciente permanece en la superficie del mismo hasta que enfría i deja paso a las siguientes horas de vida, todavía palpables en nuestro cerebro.
A veces, el curso natural se quebranta, y, por los motivos que sean, las capas frías y olvidadas del fondo del estanque consiguen tocar, aunque sea por un momento, el aire, y alzan la cabeza y miran por encima del hombro con una altivez casi insultante a las nuevas que trae el arroyo y que deberían posarse donde están éstas.
A veces, el curso natural de las vivencias se viola, y por los motivos que sea, Lisa me ha traído a la memoria muchos recuerdos, que con una chulería casi hiriente se regocijan de ocupar mi mente por un tiempo. ¿Por cuánto?, me pregunto. Cualquier tiempo pasado fue peor, o eso es lo que me permite seguir tirando, y ahora mismo no me apetece seguir recordando a Lisa.
Supongo que si me tomo unas horas de reposo alguien dejará de tirar piedras al estanque y para mañana por la mañana todo habrá vuelto sobre sus raíles.
Bonne nuit